Dolores de Cospedal habla de "nazismo"
cuando habla de los ciudadanos que hacen escraches en las casas de
los diputados y parlamentarios. Habla de acoso al político, de miedo
y de coacción. Habría que preguntarse si realmente cree en sus
propias palabras.
A mí me gustaría también saber si es
democrático ejercer el poder aprovechando una mayoría absoluta
parlamentaria, cuando en ningún momento se ha cumplido con el
programa electoral que otorgó esa mayoría. Tenemos una democracia
demasiado débil si cualquier partiducho político a base de mentiras
puede llegar a una mayoría absoluta para luego gobernar a base de
decretos que cada vez dejan al ciudadano más hundido mientras se
favorece a grandes corporaciones y banca descaradamente.
Me pregunto también, si mañana se
celebrasen elecciones en España si el PP volvería a ganarlas con
todas las medidas que ha tomado tan alejadas de sus promesas
electorales. ¿Seguirían ganando?. Yo no lo tengo muy claro.
Cuando dicen que tienen miedo realmente
tienen miedo a que se les ponga en evidencia. No es lo mismo decir
ante los medios de comunicación "un grupo de ciudadanos" o
"un grupo de septuagenarios (que son normalmente los
afectados por preferentes) han estado gritando delante de mi casa"
que decir "he sentido miedo porque temía por mi integridad y la
de mi familia", aunque en ningún caso se hayan sentido
intimidados. Sólo hace falta ver la sonrisa de medio lado que tenía
ayer González Pons mientras Dolores de Cospedal hablaba así sobre
los escraches. Una persona que tiene miedo no sonríe nunca cuando se
habla sobre terrorismo o nazismo. De hecho, me parece una burla hacia
las personas que de verdad hayan sufrido estas situaciones la
comparación que están realizando ellos.
Estamos hablando de puros intereses
partidistas, de desviar la atención, de criminalizar la protesta
ciudadana, de coaccionar la protesta legítima mediante miedo a
manifestarse por represalias o multas. Esto sí que es nazismo, puro
y duro.
Si de verdad fuesen violentos no habría
habido escraches. Es mucho más fácil organizar un tumulto con
pasamontañas, cuatro ladrillos y dos cócteles molotov que un
escrache. Pero no se persigue eso, ni mucho menos, se pretende llamar
la atención sobre un problema real, de una realidad que no afecta a
una casta que quiere aprovecharse de esa situación para cuando
se acabe su mandato colocarse en algún banco de los que han sido
rescatados de por vida como Consejero o vaya usted a saber qué,
cuando ya nadie se acuerde de quien le dio al botón rojo, al verde,
o quien era Ada Colau.
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